sábado, 2 de julio de 2011

Ocho poemas

Las palabras no dicen la verdad. Pero cantar es desdecirse en cada aliento. El mundo son las palabras de la infancia, que el hombre olvida. El viejo ---como cantaba Aleixandre en un poema último--- lo sabe: "sólo el niño conoce", pues está solo. Por eso únicamente el niño se despide. El hombre es ya el despedido, el que está más allá de sus adioses, después y detrás ---en el olvido--- de sus adioses. Olvidar es vivir. El canto es la memoria de ese olvido. Sobre todo cuando brota, un día cualquiera, de esa luz imposible de la infancia ---aquel día cualquiera de nuestro calendario---, antes de que el cantor lo olvide, y viva.



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