miércoles, 18 de junio de 2008

Contra el arribismo y la comodidad

Me entero por esta entrada en el blog de David Maeztu de que la última reforma de la Ley de Propiedad Intelectual puede poner en peligro el derecho a la cita de un texto protegido por un copyright restrictivo. Este derecho era, hasta ahora, prácticamente incuestionable en la mayoría de los casos comunes. Con la nueva ley las cosas podrían cambiar, las restricciones podrían ser mucho mayores, incluso hasta impedir la posibilidad de citar en un blog como éste fragmentos de obras protegidas.

Sean cuales sean las consideraciones técnicas que se puedan realizar en el caso concreto de esta ley, lo que está claro es que, por todas partes, se viene produciendo un proceso de clausura de los derechos habituales de transmisión y difusión cultural. Basta leer, por ejemplo, el libro de L. Lessig Free Culture [hay traducción al castellano], para darse cuenta de la magnitud del fenómeno.

No nos hagamos ilusiones. Es difícil pensar que pueda haber un cambio en la orientación que están adoptando los legisladores. Mucha es la presión que ejercen las entidades que comercian con las diversas formas de distribución y publicación de productos culturales basados en copyrights restrictivos. De haber una solución, ésta debería proceder de los propios autores. Mientras no sean ellos los que empiecen a tomar conciencia clara de la naturaleza de la situación y opten por licencias no restrictivas, como Creative Commons, no estaremos a salvo del deterioro cultural que este proceso de cierre va a ir generando.

Lamentablemente tampoco se puede ser muy optimista en lo último. Todos sabemos ---aunque nunca se diga--- que una buena parte de estos autores están ahí por obra de un esforzado trabajo de lucha por la supervivencia en un medio encarnizado donde la mayoría de las veces hay que renunciar a los principios y aceptar un mayor o menor grado de autotraición. Y cuando el empecinado arribismo no ha acabado del todo con la integridad moral y cultural del susodicho, lo común es encontrar comodidad y falta de cuestionamiento. El número de autores que se plantea seriamente publicar en unas condiciones en que sus propios derechos no acaben en manos de terceros es muy pequeño todavía. Decididamente corruptos o sumergidos en la inercia de las viejas formas de distribución cultural, los autores siguen, en su inmensa mayoría, sin darse cuenta del daño que con su actitud o falta de ella pueden ocasionar a su obra y a la cultura en general.

Es necesario que pase el tiempo suficiente para que nazca un nuevo tipo de autor, libre de servilismos y consciente de su responsabilidad cultural, algo que desde luego va más allá de su, por muy buena que sea, siempre pequeña obra. Ojalá ese momento no llegue demasiado tarde.

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