Nada mejor que utilizar las propias experiencias como medio para probar algo. La experiencia que voy a contar constituye un ejemplo palpable de cómo la publicación de un libro bajo una licencia libre permite su difusión y visibilidad a una escala mucho mayor de la que se obtendría mediante un sistema tradicional (cerrado) de publicación. Por supuesto que ésta no es la razón fundamental para publicar bajo una licencia libre, pero sí puede servir para refutar la opinión común de los autores que creen que el hecho de no estar bajo el amparo de una editorial tradicional y conocida implica condenar su obra a la invisibilidad.
Es necesario advertir que el asunto del libro facilitó ---no me cabe duda--- el proceso que relataré. Es más, estoy convencido de que, si el libro hubiera versado sobre un asunto diferente ---en concreto, sobre un tema ajeno al de las ciencias puras---, otro gallo hubiera cantado. Pero esto último lo único que prueba es que particularmente en los ámbitos humanísticos subsiste una fuerte resistencia a cambiar hacia modelos mucho más interesantes de difusión y promoción del conocimiento.
Pues bien, hace unos años se me ocurrió escribir un pequeño libro de iniciación a LaTeX en el terreno de las Humanidades (LaTeX para las Humanidades). Lo hice porque creía, y todavía creo, que las ventajas de este sistema de preparación de documentos no se estaban aprovechando, como debieran, en esos ámbitos, pero sobre todo lo hice porque me divertí mucho mientras lo escribía. Huelga decir que la satisfacción personal, más allá de cualquier acontecimiento posterior imaginable, fue la única fuente de motivación que esperaba y deseaba.
No obstante, una vez finalizado el proceso de escritura, pensé por un momento que el texto podría interesar a mis compañeros de Libertonia, un grupo de gente muy competente y estupenda que mantenía interesantísimas conversaciones sobre software libre y temas relacionados en uno de los sitios más emblemáticos y valorados de la época. Ni corto ni perezoso puse una entrada sobre el libro en mi diario de Libertonia. A partir de ese momento dejé de llevar la iniciativa ---nótese cuán pequeña fue---, todo lo demás sucedió por obra de la propia comunidad.
La mecha la encendió uno de los usuarios con más conocimiento de LaTeX que había entre los libertonianos y que estaba, además, suscrito a la lista de correo de usuarios hispanohablantes de TeX (CervanTeX). Fue él quien envió a esta lista un correo al respecto. Al poco tiempo, el libro apareció citado en la página web de CervanTeX, el sitio de referencia para bibliografía en castellano sobre TeX. Por otra parte, el encargado de la publicación de TeXemplares, boletín de CervanTeX, se puso en contacto conmigo para escribir una reseña de mi libro, cosa que hice. Este artículo, y el libro, llegaron incluso a aparecer comentados poco después en el TUGboat, boletín del grupo internacional de usuarios de TeX, la referencia online más importante a nivel mundial sobre TeX. Incluso, en contacto con una responsable del TUG, se barajó la posibilidad de una traducción al inglés de mi reseña, algo que, desgraciadamente, excedía ---y excede--- mi competencia en la lengua de Shakespeare.
Y la cosa no terminó ahí. Los responsables de la organización del congreso días Caldum sobre software libre, patrocinado por la Universidad de Murcia, se pusieron en contacto conmigo para ofrecer una conferencia sobre LaTeX, en la línea de mi LaTeX para las Humanidades, un extracto de esa conferencia salió posteriormente publicado en el propio TeXemplares, bajo el título El qué y el porqué de LaTeX. Todavía recuerdo la forma peculiar en quedé con el responsable del evento. Como no nos conocíamos, tuvimos que utilizar algún señuelo, igual que en las películas de espías ;-) . Finalmente, alguien se molestó en introducir una referencia al libro en la Wikipedia.
Aparte de todo esto, varios usuarios me han ido enviado elogios y propuestas o correcciones para mejorar el libro, cosa que les agradezco enormemente.
Quizá lo único que ha faltado es la participación directa de nuevos escritores. Es comprensible, por otra parte, que ello no haya sucedido todavía, dado el carácter "literario" del escrito: resulta difícil colaborar en algo con un sello estilístico tan personal. También falta, desde luego, que yo encuentre el tiempo y las ganas para realizar nuevas mejoras en el documento. Tal vez algún día llegue de nuevo el momento.
Lo más importante de la anécdota que acabo de relatar es que ninguna de las personas citadas tenía conocimiento de quién estaba bajo el seudónimo con el que publiqué el libro, es decir, únicamente el propio libro puso en marcha todo el extraordinario conjunto de reacciones que suscitó. Esto demuestra hasta qué punto una producción cultural habla por sí sola y cómo, en ausencia del argumento de autoridad, es posible que se desencadene un proceso de difusión inimaginable en los modelos tradicionales de distribución. Eso sí, la clave está en esa comunidad atenta a lo que surge y poco proclive a conceder valor a algo únicamente por la notoriedad de quien lo firma, en lugar de por lo que el producto pueda contener de valioso en sí mismo. Una comunidad de esta clase ha sido, desde sus orígenes, la comunidad del software libre, y es, sin duda, el ejemplo para todas las comunidades que, tras ella, están empezando a poner las bases del conocimiento abierto.
Mi esperanza es que los autores de todos los ámbitos y especialidades se animen a traspasar el umbral de esta nueva época. ¿Alguien duda de que ése va a ser el futuro?
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